En la práctica de la moda, la identidad estética es quizás uno de sus factores más importantes, por eso desde hace un tiempo he tratado de diseccionar mi propio ejercicio desde esa afirmación, identificando las características estéticas que trato de plasmar en LISH y cómo las hago coincidir con la sostenibilidad que al final, a grandes rasgos, es el propósito de la marca: ser sostenible. Después de este exámen de conciencia he descubierto que de manera más o menos efectiva la directriz creativa ha sido constantemente el minimalismo. Y desde este descubrimiento es que he querido plantear la siguiente reflexión, pues la duda recurrente que ha surgido es si son realmente el minimalismo y la sostenibilidad inherentes entre sí, una duda que con la contingencia actual se hace cada vez más relevante.
Vamos a devolvernos un poco para tener los conceptos claros. Por un lado, el minimalismo es una corriente artística que surgió a principios de los 60`s y en sus comienzos era inclusive un adjetivo peyorativo para este tipo de arte “demasiado simple”. Por otro lado, la sostenibilidad se basa precisamente en el principio de sostener, en este caso los recursos para que la sociedad de ahora y la del futuro esté en condiciones de (sobre)vivir. Ahora, ambos conceptos han ido transformándose a conveniencia, el primero resultando en salones blancos inmaculados de ensueño con los objetos contados y el segundo, en el peor de los casos en un lema para atrapar incautos, eso sí, en ambos casos perfectos para las redes sociales.
La aclaración anterior la hago porque muchas veces aceptamos ciertas asociaciones como válidas y no nos tomamos el tiempo de preguntar porqué lo son o cómo se determinó que esos tándems tendrían que ser reconocidos así. Como en el caso del minimalismo y la sostenibilidad, aquí particularmente hemos decidido tomarla por cierta -la asociación directa- porque ambos conceptos promueven lo poco, lo eficiente. ¿Porque tendríamos entonces que oponernos a esta alianza?, si además podemos encontrar bibliografía que la avala. En sus principios para el diseño sostenible Yuriko Saito* determina que una de las características para que sea viable este tipo de diseño es en efecto el minimalismo. Saito desarrolla este principio de manera magistral y convincente, solo que ella en su construcción lo complementa con muchos otros como la elección de los materiales, el ciclo de vida del producto o el “buen envejecimiento” pero sobre todo lo respalda con una investigación profunda sobre la vida diaria, y aquí radica la diferencia, ella formula un universo de características que harán mas sostenible un diseño, no lo reduce simplemente a una sola dimensión, que en todo caso por mas que queramos no resulta correspondiente, es decir la sostenibilidad no es por antonomasia minimalista ni viceversa. Un ejemplo claro de ésto nos lo da Apple que con sus dispositivos decantados cuidadosamente es la representación del minimalismo más dogmático, pero con una trastienda llena de problemas ambientales y sociales.
Entender esta construcción de la sostenibilidad multidimensionalmente es relevante en estos tiempos mas que nunca, ya que a raíz de la crísis, el camino y las opiniones sobre ésta -las sostenibilidad- en el entorno de la moda están divididas, entre el miedo a que la caída en picada de las economías sean una excusa para posponer o lo que es peor retroceder en los avances logrados respecto a este tema en la industria, y la esperanza de que sea precisamente este el empujón que faltaba para acelerar la transición hacia esta agenda promovida principalmente por un consumidor más cauto**. El último camino no es descabellado, falta ver la increíble aceleración que ha tenido la transformación digital para creer que otros cambios son viables en medio de la contingencia para apalancar el sistema.
Sin embargo, es en estas proyecciones donde hay que ser cautelosos y escrutadores. Casi a tiempo real se han venido publicando reportes consecutivos sobre comportamiento de mercado, estrategias y tendencias y como era de esperarse el minimalismo esta nominado a ser el caballito de batalla de las próximas temporadas, pues sintetiza el sentimiento actual. Pero, como menciona Kyle Chayka en su libro The longing for less, ésta no es una estrategia nueva, y podemos sospechar que no se trata de una toma de conciencia colectiva, se trata mas bien de un patrón donde después de cada crisis viene una temporada que hemos decidido por salud del ego llamar minimalista en lugar de recesión, donde el tener poco se debe en la mayoría de los casos a la precarización de la vida más que a una decisión libre. Acto seguido se verá como un ideal de élite y se comoditizará, dejando inclusive la pauperización solo para aquellos que puedan pagarla.
Y es esa comoditizacion lo que debemos evitar a toda costa, pues precisamente de eso van las tendencias, no podemos simplemente asumir ese discurso, ya sea para vender o para comprar, el cual, como dice la WGSN “el aislamiento obligatorio amplificara la macrotendencia minimalista: fomentara decisiones de consumo más consideradas y hará que las personas se centren en productos útiles, versátiles y duraderos”. Lo problemático del enunciado es que sigue centrándose en el consumo, uno que además solo puede ser accesible desde ciertos entornos económicos y de elementos que en apariencia serían más minimalistas ergo sostenibles pero que si analizamos bien, responden a las características mínimas (que ironía) que debería proveernos cualquier objeto. Esta es la intención que debemos realmente leer del mercado, unaque no trata de cambiar su fondo sino de entregarnos su forma envuelta en gama de blancos, concreto pulido y ángulos rectos, es decir se reduce una vez más a unas características formales más que a un planteamiento nuclear.
Por eso, para concluir, si realmente queremos asociar la sostenibilidad con el minimalismo tenemos entonces que entender que éste no es sólo un discurso visual sino que, por ejemplo si nos vamos siglos atrás al Japón imperial, podemos ver como a partir de unas necesidades nacidas de la falta de recursos se desarrollan de manera multidimensional prácticas que desde la adaptación y la funcionalidad tienen un resultado minimalista donde tienen una razón de ser desde el uso y la pertinencia, no desde el consumo, y por lo tanto responden a una estética característica. Entonces, cuando llegue la siguiente temporada y vean como se mercantiliza el minimalismo recuerden que a veces dejar pasar la tendencia minimal es lo mas minimalista que se puede hacer.
*Yuriko Saito es profesora de filosofía en la Escuela de Diseño de Rhode Island. Saito se unió a la facultad en RISD en 1981, su produccion academica gira entorno a las estéticas ambientales enfocada en las estéticas de lo cotidianos.
**The state of fashion coronavirus update.
Juan, precisamente ese es el reto más grande: la construcción de una identidad estetica sostenible pero que no sea monolitica sino contextual. La arquitectura siempre nos da grandes ejemplos y entender sus configuraciones (y las de muchas otras áreas) nos puede ayudar a alimentar esa construccion conceptual y visual. Y efectivamente lo importante es cuestionar constantemente sobre lo que hemos asumido como cierto.
¿En qué punto podemos identificar al minimalismo?; en la arquitectura existen estructuras, comúnmente denominadas "shells", o estructuras de doble curvatura, que buscan la más óptima utilización de materiales, evitando el desperdicio. Muchos pensaríamos al escuchar esta descripción, que se trataría de edificaciones simples y sosas, sin embargo al contrario, la asimilación justa de la guía de fuerzas, ayuda a construir estructuras extremadamente interesantes y poco comunes. ¿Existe algún equivalente a este misterio arquitectónico al diseñar vestuario? ¿Cómo podemos construir una identidad visual y estética de la sosteniblidad?, ¿Es en realidad el minimalismo la respuesta?
Las inquietudes son muchas, y con cada respuesta nacerá una nueva inquietud; creo que lo que tiene más valor no es la respuesta, si no el…